domingo, 25 de abril de 2010

El árbol Pino Verde

Cuando vivíamos en El Palo, en Málaga, en una casa con jardín, teníamos varios árboles y entre ellos un pino que plantado por nosotros, no rcuerdo por quién, que lo vimos crecer día a día, mes a mes, año a año... Sentado en la terraza en el verano lo vi crecer y hacerse todo un señor pino. Una de aquellas tardes, al contemplarlo extasiado, se me ocurrió hacerle una poesía.

Nació cuando nacieron
algunos de mis hijos;
creció ante nuestros ojos,
sin mayor atención,
con riego de la lluvia en el invierno,
en el verano, con riego de aspersor
y con calor del sol.

Con el paso del tiempo,
creció, con tronco poderoso,
y pródigo en ramajes.

En los primeros años de su vida
lo veíamos crecer
desde el ventanal de nuestro dormitorio.

Crecía de día en día;
crecía de mes en mes;
crecía de año en año,
y un día nos dimos cuenta
de que aquel arbolillo,
plantado con cariño,
se nos había hecho “un hombre”
entre las manos,
casi sin darnos cuenta.

Se nos había hecho un pino
poderoso y alegre,
tan verde como un bosque,
tapando la visión de la ventana.
Moviéndose como un barco velero
que se mueve en la mar,
al vaivén de las olas,
sin avanzar jamás.
Llamando la atención los días de viento.
Llorando sin cesar los días de lluvia.
Mirando con temor a las tormentas
por miedo a cualquier rayo.

Fue lugar preferido
de tórtolas y pájaros
que vienen cada día
a jugar al jardín.
Y en él se paran;
y saltan;
y juegan,
y cantan y se asustan...
Como si el pino fuera
un teatro para pájaros;
como si el árbol fuera
un bloque de viviendas alquiladas
por tiempos momentáneos;
como si el árbol fuera
un pueblo acogedor,
un lugar de refugio,
donde nadie es extraño
y hay lugar para todos.

El árbol vivo.
El árbol Pino Verde.
El hermoso Pino Verde,
de tronco poderoso
y pródigo en ramajes.

Crecía día a día;
crecía de mes en mes;
crecía de año en año...
y todos en la casa lo veíamos crecer.
Generoso sin límites,
todos cabían en él
Y en verano daba pródiga sombra.

Debía tener ocultas
numerosas raíces,
enorme raigambre subterránea
para poder mantener erecto
el tronco poderoso y el ramaje
donde conviven las tórtolas y pájaros
en perfecta armonía...

En el suelo de césped
asoman sus raíces
para ver lo que ocurre sobre tierra.
Y a veces se esconden... asustadas.

Un día se secó.
Dejó de ser todo lo que era.
Un teatro para pájaros.
Viviendas alquiladas.
Un pueblo acogedor.

Así es la vida.
Un día, poder y gloria.
Mañana... como el árbol,
la vida se seca y se diluye.
La vida ya no es vida.
Cuando la vida deja de ser vida
el final es un simple recuerdo.